La espera
Ella
no sabe
que
cada mañana,
cuando
su cuerpo atraviesa mi calle,
mi
respiración acelera.
Ella
no sabe
que
mis ojos la siguen
hasta
el sitio
donde
su amante la espera
para,
tal vez, al igual que a mí,
acelerar
su respiración.
Ella
no sabe
que
mis sueños están preñados de su presencia
y
mis versos se escriben con su ser.
Ella
no sabe
que
en la clandestinidad,
detrás
de una ventana,
otro
amante la espera.