Marilyn
Gracias, Marilyn,
por mantenerte
eternamente joven y bella
en la memoria y
en el corazón de quienes
inexorablemente
nos hacemos viejos.
Te amamos así
de hermosa, con el cutis terso,
bella, llena de
vida,
siempre joven,
siempre sensual
ícono inmortal.
Tu mirada de
niña buena,
tus rizos de
oro, como de doncella de cuento,
están allí
detenidos en el espacio,
lugar perpetuo
de todos tus días.
Marilyn,
despensa de placeres y lujurias,
diva amada y
odiada,
amante secreta
de hombres anónimos.
Hoy, gracias a
la muerte, te seguimos viendo joven,
aunque a nuestras ansias
las haya
cansado el tiempo.
Gracias,
Marilyn,
por
mantenerte eternamente joven y bella.